Fotos y texto: Luis Gómez Sandi
Con nuevos bríos y un auge revitalizado por el éxito de la biopic «Bohemian Rhapsody«, Brian May, Roger Tylor y Adam Lambert volvieron a las cálidas tierras texanas con The Rhapsody Tour.
El 23 de julio, las puertas del American Airlines Center no se abrieron para los encestes de los Mavericks de Dallas ni para romper el hielo con los Dallas Stars sino para recibir a una auténtica leyenda del rock que ha logrado trascender en el tiempo y superar pérdidas irreparables cautivando a nuevas y viejas generaciones de melómanos con su renovación constante. Queen, con Adam Lambert como su último frontman, lograron conquistar los oídos y el corazón de casi 21000 almas concentradas en el coloso de Victory Park incrementando la temperatura con un maratón de éxitos en una de por sí ya calurosa noche, típica del verano en Dallas.
Las luces del recinto se apagaron a las 20:15 y el imponente emblema dorado de la banda,que descansaba sobre el escenario se fue elevando al compás de una orquesta y los redobles de un tambor dejando al descubierto una gigantesca cortina roja que, al abrirse en medio de un intenso juego de luces, descubrió la silueta de Brian May con su inconfundible cabellera y su inseparable guitarra. Ante la algarabía desbordada y los celulares en alto la banda se hizo presente con todo su esplendor haciendo sonar «Now im free«, seguida de «Seven seas of rhye» en la cual, durante el primer solo de guitarra de May, se conectaron con «Keep yourself alive«, después «Hammer to fall» y cerrar el primer bloque con «Killer Queen«.
«Qué gran honor y que afortunado soy de estar aquí con ellos«- comentó Adam Lambert al presentar a los miembros fundadores de la banda- «Yo sólo soy un elefante rosa. No soy Freddy y no lo reemplazaré. Pero quiero que esta noche honremos a Freddy y canten conmigo«, concluyó el otrora finalista de American Idol antes dar su voz a la estimulante «Don´t stop me now«, «Somebody to love«, «Show must go on» y ceder la estafeta a Roger Tylor para interpretar «Im in love with my car«, un tema de su autoría recientemente reivindicado que formó parte del mítico album «A day at the opera«.
Congruente con su objetivo de no imitar a Mercury, Adam Lambert hizo evidentes sobre el escenario su capacidad histriónica y su estilo interpretativo muy particular. Desde sentarse sobre el piano usando un abanico en «Killer Queen» o surgiendo de las entrañas del foro montado en una motocicleta que gira mientras canta «Bicycle Race«dejó en claro que está dispuesto a ser el mismo y adueñarse de la escena sin cargas ni presiones por el simple gusto de ser un eslabón más de la leyenda.
Sin embargo, Freddy Mercury fue una imagen constante durante el concierto. Las pantallas lo presentaron ya sea como un personaje al estilo de la película Metropolis o durante alguna de sus presentaciones más emblemáticas.
Quizá el momento más emotivo de la noche ocurrió después de «Another one bites the dust» y «I want it all» cuando los juegos de luces se apagaron y una tenue iluminación se dirigió a un solitario Brian May a mitad del escenario acompañado únicamente por una guitarra acústica. «Muchas cosas cambian- comentó May– pero Dallas siempre es muy inspiradora«. Al tocar los primeros acordes pidió al público que lo acompañara con sus cantos y comenzó a tocar «Love of my life«. De pronto, el recinto que estaba casi en penumbras se iluminó con los miles de celulares que asemejaban un cielo tupido de estrellas y las delicadas notas de la canción se intensificaron con las vibrantes voces de los asistentes cantando al unísono, tal como sucediera en aquel memorable concierto en Río de Janeiro durante el auge de la banda. Finalmente, Freddy Mercury hizo su aparición en la pantalla para cantar a dúo con su entrañable compañero.
El ritmo volvió a acelerarse con «Crazy little thing called love» y «Under Pressure«, con Roger Tylor sustituyendo en la voz a David Bowie. Los juegos de luces tuvieron su momento estelar con «I want to brake free» en donde una gigantesca esfera disco desplegó intensos haces de luz y «Who wants to live forever» iluminada por prismas multicolores y algunas tenues luces de velas. Posteriormente, las luces se apagaron y poco a poco se fue vislumbrando un cielo estrellado con planetas destacando en primer plano un meteorito gigante sobre el que Brian May desplegó sus inigualables virtudes musicales con un largo solo de guitarra.
Ya en la recta final, los asistentes se sorprendieron al ver que, en la mitad de «Fatbottomed girls«, justo en la parte que dice Ain’t no beauty queens in this locality las Dallas Cowboys Cheerleaders irrumpieron en escena con toda su parafernalia y coreografía en medio de la cual la banda desfiló con singular alegría, en especial Brian May que fue acompañado por las porristas durante el solo de guitarra que cierra el tema.
El último bloque lo comprendieron «Radio Gaga«, la esperada «Bohemian Rhapsody«, Freddy Mercury jugando con el público retándolo a imitarlo, «We will rock you» y finalizar con «We are the champions«, con Adam Lambert ataviado con corona y capa cual monarca.
Durante más de dos horas, Adam, Brian, Roger y diversos acompañantes demostraron nuevamente que Queen es grande por su sonido que trasciende generaciones, que va mucho más allá de sus integrantes y que su presencia sigue tan vigente como en los años setenta cuando comenzaban los cimientos de su provechosa carrera.
The Rhapsody Tour tendrá otras paradas en Norteamérica, Asia y Oceanía por lo menos hasta el 2020.
Fotos: @lagsfotograma