*Una celebración de paz y baile logró convocar a cientos de pachukotes y rumberas la noche del sábado 3 de junio en el Teatro Diana
Desde la última aparición de La Maldita, el año pasado en el festival Coordenada, era inimaginable cómo sería verlos en un teatro, donde uno de los ingredientes principales es el slam. Ahora esto se volcaría para contarlo de una manera diferente.
A las 21:15h, tras un enorme estandarte con el logotipo de la banda, ya el recinto estaba en su totalidad. Los olores a incienso envolvían el ambiente en una especie de ritual, una liberación donde la medicina sería la música, una representación latinoamericana de vivencias, lucha y resistencia.
Roco, Pato y Aldo, los viejos malditos, con su típica indumentaria pachuca, acompañados de cuatro instrumentistas más, salieron a deslumbrar. “Solín” hizo de las suyas, levantando a todos de sus asientos, mientras que “Quinto patio ska” y “Ya lo pasado, pasado”, aseguraron el derroche de energía como era de esperarse.
“Y así seguir” es de las piezas que poco se oyen en los conciertos de Maldita y, para sorpresa de todos, fue muy bien recibida. Roco es de los frontman mexicanos que es muy certero en su discurso y como muestra de alivio tras la “plandemia” hizo un llamado a que nos convirtamos en unos “Pata de perro” y nos vayamos por el mundo, para después hacer énfasis en la toma de conciencia a la no violencia con “Mujer”.
Esto ya se había transformado en “Un gran circo” y, como en los viejos tiempos, la brincadera era inevitable. La Vecindad es característica del mestizaje sonoro y se evidenció en “Chacahua/El grito de luz”, para después acelerar y ponerle velocidad con “Patineto”, pasando por “Los Agachados” de su icónico pachuco de oro, Tin Tan y terminar la primera parte del show con “Don Palabras”, el viejo poeta hecho canción.
La Maldita acostumbró a sus seguidores al movimiento, pero al parecer esta velada la prepararon diferente. Un cajón, una jarana, la mandolina y las guitarras acústicas, ya se habían apropiado del escenario para emitir “Con sólo tocarte”, sencillo que es la primera vez que tocan en Guadalajara desde hace muchos años. “La Martiniana”, son mexicano representativo del estado de Oaxaca, quedó a la perfección, antes de que el clásico “Mojado”, pieza infaltable de su primer disco homónimo, y “Vuelta tras vuelta”, rareza del Baile de máscaras, completaran el set acústico que brillo por demás particular.
Tal parece que el concierto sería un homenaje a estos primeros 38 años de trayectoria de Los Hijos del Quinto Patio, y una tercia de su primera placa discográfica conformada por “Morenaza”, “Bailando” y “Rafael”, está última sin tocarse desde a principios de los años 90s, sería la cereza del pastel, un vendaval de recuerdos que a más de uno le sacó hasta lágrimas.
La danza continuó con la “Música guerrera”, un ska de corazón indígena bastante frenético, pero llegó el momento de ver quién brinca más alto y en “Un poco de sangre” se atestiguó. Semanas atrás “Pachuco” se vio envuelta en críticas, tanto positivas como negativas, por el featuring que realizó Roco junto a la cantante mexicana Thalía, pero aquí eso pasó desapercibido, el himno maldito fue coreado y bailado con un frenesí exorbitante, antes de que llegara la calma al ritmo de “Kumbala”, haciendo mix con “La Boa”, de La Internacional Sonora Santanera. Fue aquí donde La Maldita Vecindad dio cátedra de cómo caben en cualquier tipo de escenario, demostrándolo dejando a la gente sedienta de más paz y baile.
Texto: Eduardo Roel Fotos: Luis Gómez Sandi «Lags»