*Los cordobeses, junto con los míticos Tokyo Ska Paradise Orchestra, tiraron la casa por la ventana para festejar su primer cuarto de siglo en una noche llena de fiesta y baile donde el Ska rompió todas las fronteras

Pasadas las 21:00 hrs., Tokyo Ska Paradise Orchestra ya estaba posicionada en la tarima. Su formalidad en trajes rosas y su destreza en el escenario, cautivaron a los presentes, que de inmediato comenzaron a desocupar sus lugares y empezar la fiesta. Gamou, saxofonista tenor del conjunto japonés, toma el micrófono para declarar “El ska no tiene fronteras”, desembocando la locura y el baile energizante. “One step beyond”, en versión Madness, desató la cordura de los que todavía se encontraban sentados, y “Cielito lindo” hizo que todos se unieran en un canto de unidad.
Una hora y media después, dos carpas de circo lucieron como escenografía para el festejo, dando la bienvenida a los cordobeses que daban inicio con “Mis tres amores” y “Tyson”, envueltos en trajes amarillos y playeras negras, prendiendo al cúmulo de seguidores que se han unido con motivo del primer cuarto de siglo de la agrupación argentina, que ya rebasó los quince años de venir a Guadalajara consecutivamente.
Un medley compuesto por “Mejilla izquierda”, “Voy a volver”, “Barriletes”, “Entre vos y yo” y “Camello”, fueron un collage selecto que deambuló por toda su discografía. La onda circense y toda su parafernalia es característica de los conciertos caligaris, e hicieron gala de ello en una marcha por todo el escenario, para que Juan Taleb dirigiera “Y viva México, cabrones, y Guadalajara también, siempre”, antes de interpretar “Anejo W”, rematando con un “¡Oé, oé, oé, oé, Cali-garis!” por parte de todos los presentes.
Juan Carlos Taleb y Martín Pampiglione, frontmans de la agrupación, cambiaron los roles vocales, siendo este último quien versionara en ska “La montaña”, para dar paso a Taleb y que este comandara en “Oasis”, la cual sonó con tintes rockeros, quedándose después en solitario y con guitarra acústica para emitir “Bolso gris”, “Un rato de amor” y “Un elefante en un pesebre”, antes de regresar la energía al público con “Que corran”, y regalar un doblete romántico en “Con vos” y “Ser feliz”.
Una entrada inflable, hizo desfilar integrante por integrante dando apertura a la clásica “No estás”, que retumbó en todo el recinto en un coro bastante formidable; mientras que “Quiero cumbia” los puso al centro en una coreografía bastante coordinada, invitando a sacar los mejores pasos de los asistentes, rematando con una enorme pelota de plástico y una cancha por todo el escenario, donde el público resultó ser el goleador.
Un acústico improvisado por parte de Juan invitó a entonar “Florentinos y Ferminas”, “Tus besos”, y “Perdona si te hago llorar”, del extinto mexicano Juan Gabriel. Los brazos se movieron de lado a lado en “Quiéreme así”, la clásica canción Caligari por excelencia, antes de que Raúl Sencillez tomara la delantera para deleitarnos con “El amor nunca pasa de moda” y “La carta”, en donde subió a una fan de nombre Alondra para festejarle su cumpleaños anunciado en un cartelito, formando la pareja de baile de la noche y rematando con todo y foto. El set terminó con “Un chico en el cuerpo de un mayor”, en donde Martín se montó a una plataforma y después a una bicicleta, recordando sus inicios en el circo y ejemplificándolo con el hijo de Wuicho de No Tiene La Vaca, el cual se volvió el momento meláncolico del concierto, antes de que Raúl Sencillez regalara una oda a Guadalajara antes de llegar a la sorpresa de la noche.
Es bien sabido el gusto popular de los argentinos, y la gala que hacen siempre de la música de nuestro país, pero en esta ocasión tiraron la casa por la ventana trayendo a Son de oro, agrupación de norteño banda directo de Mazatlán Sinaloa para poner a bailar a todos con “Tus besos”, “Mojarrita”, “De rodillas te pido” y “La Chona”, dejando a muchos satisfechos, pero a otros sorprendidos.
Se viene el último tiempo y “Mi estanciera y yo”, “Razón” y “Kilómetros”, regresaron la energía a toda la concurrencia, y como era de esperarse, con todas las remeras en el aire y con Wuicho de No Tiene La Vaca como invitado.
Envueltos en batas regresaron para el inevitable encore que empezó con “Frijoles” y remató con“Estamos todos locos”, para después presentar a cada Caligari emergiendo de las carpas y haciendo una hilera para exhibir en las playeras la palabra Veinticirco y en una manta la leyenda “Muchas noches, buenas gracias”, despidiéndose con el fondo de “Cuarteto rockero”.
Texto: Eduardo Roel Fotos: Luis Gómez Sandi «Lags»