«Que chingón» llovió con el Tri

*Festejando el regreso a las actividades en la Concha Acústica, El Tri cerró la noche acompañado de mariachi donde también presentó Que chingón, su álbum número 53.

La Concha Acústica del Parque Agua Azul, este recinto que sin lugar a dudas puede ostentarse como el monumento al rock nacional en Guadalajara, tuvo una reactivación de actividades con dos eventos de gran envergadura. Durante la tarde del pasado sábado 9 de julio, el festival Concachela se apoderó de los jardines aledaños a la Concha Acústica para que miles de asistentes pudieran degustar una gran variedad de cerveza artesanal como parte de la Ruta de la Cerveza. Y, como por costumbre una chela siempre es la fiel acompañante de los conciertos, el evento cerró con la explosiva presencia de El Tri.

De los cerca de diez mil asistentes, la mayoría decidió quedarse al concierto que, además, tuvo como principal propósito beneficiar a los niños de escasos recursos y las labores del DIF Municipal, por ello la dinámica para adquirir boletos consistió en un trueque por juguetes en buen estado. No es casual que el Tri estimule este tipo de labores, cabe recordar que, en la rueda de prensa del viernes, Alex Lora dijo, en presencia de su esposa Chela, autoridades de Guadalajara y productores del evento,  «Un niño que tiene en sus manos un instrumento musical, no tiene por qué estar pensando en jugar con un arma, no tiene por qué pensar en jugar a la guerra«.

Alrededor de las 20:00 hrs., la Concha Acústica ya era un hervidero de fans rocanroleros pidiendo a gritos la presencia de Alex Lora y toda su tropa. Los tres grupos abridores si bien ayudaron a animar la espera, evidentemente las miles de almas que se iban congregando poco a poco ya no podían esperar para gritar a todo pulmón los éxitos más estridentes de la banda, mentar madres, brincar y desahogarse de todos sus problemas, algo que es garantía en todo concierto de los capitalinos.

La cerveza, aunque lentamente, fluía entre la muchedumbre, a la par de las chamarras de motociclistas, camisetas con la efigie de Alex Lora; niños, jóvenes y adultos conviviendo a la par como una sola generación unida por la pasión rocanrolera de más de cincuenta años.

Luego de una espera que pareció muy larga,  EL Tri se apersonó en el escenario a las 21:30 hrs. La euforia estalló en todo su esplendor, regresándole al recinto la enorme grandeza que siempre la caracterizó desde que fuera sede de las Fiestas de Octubre desde los cincuenta hasta los ochenta. Al grito de «¡Chingue a su madre el que no salte!« Alex Lora se apoderó de la noche, de la Concha Acústica, y hasta de las almas de los más de siete mil asistentes para los que cantaban cada uno de los temas, respondían cada una de las mentadas, festejaban cada discurso, cada diatriba de Alex Lora contra los políticos, los gobernantes, los enemigos de México. Bailó acompañado de un danzante maravillosamente emplumado, tocó un tambor ancestral, invitó a cantar el Himno Nacional mientras sostenía una bandera de México adornada con imágenes de la Virgen de Guadalupe y se hizo acompañar por mariachi para recordar, entre otros, a José Alfredo Jiménez con «El rey». 

«Nunca digas que no», «La raza más chida», «Pobre soñador», «Niño sin amor», «Metro Balderas», «Todo me sale mal», «ADO» entre muchos otros clásicos engalanaron la noche del Rock and Roll. Luego, apareció Chela Lora, «su domadora«, con frenéticos bailes de un lado al otro del escenario, como lo ha hecho a lo largo de más de cincuenta años de carrera de la banda.

Para el momento en que «Nostalgia», ese memorable tema surgido durante la incertidumbre por el Nuevo Milenio, enchinaba la piel reviviendo recuerdos profundos del siglo pasado, llegó un invitado inesperado que cambió el rumbo del encuentro. Tláloc, con todo su ímpetu, no estaba dispuesto a perderse de la gran noche del Tri y el resurgimiento de la Concha Acústica, así que derramó todas sus lágrimas de alegría. Sin embargo, esto no amainó el entusiasmo y «Triste canción de amor» se volvió más bien un canto a la alegría. Bajo la persistente y violenta lluvia, los asistentes siguieron cantando y brincando como si nada sucediera, como si el cielo no se derrumbara, como si la lluvia con granizo fuera parte de la ambientación. Incluso, entre los que no se retiraron a pesar de la lluvia estaba el presidente municipal Pablo Lemus disfrutando del aguacero y las ultimas notas de la banda.

Al aumentar la intensidad de la tormenta, cientos de personas optaban por retirarse. Otros muchos, adueñándose de las mantas publicitarias o refugiándose en los stands abandonados, corearon al unísono «Las piedras rodando se encuentran». Una pareja, completamente empapada, optó por seguir bailando bajo la lluvia; entre la multitud que se refugió cerca de la pantalla de una empresa de cable, un padre le dice a su hijo pequeño «este concierto lo vas a recordar por toda la vida, ya verás«.

El concierto tuvo que terminar, la lluvia anticipó el fin de una noche esplendorosa que va a quedar para la historia en Guadalajara. Sin embargo, el entusiasmo no acabó. La salida del parque también fue un acontecimiento. Entre gritos de «putos», «nadaremos» y hasta «la Guadalaupana«, la muchedumbre salió para adueñarse de las calles anegadas, el tráfico incesante, torear carros y asegurar el transporte. Mojados, cansados, muertos de frío pero con el corazón caliente y la emoción a flor de piel, lo suficiente para tener esta noche por siempre en la memoria.

Texto: Karen de Alba González       Fotos: Luis Gómez Sandi «Lags»