Foto y texto por Andres Amezcua
En su teoría de las cuatro causas, el filósofo griego Aristóteles sostenía que lo que hacía ser a las cosas lo que son era su esencia o sustancia. De ahí que distinguiera la esencia de los accidentes. Si algo cambia en las cosas, esos son los accidentes, los modos en que el ser es, por el contrario, ese remanente que queda, que hace reconocible a las cosas es lo que el denominará como esencia o sustancia. ¿Pero a qué diablos viene toda esta explicación y palabrería de profesor de filosofía de bachillerato en una nota sobre un concierto?
La noche caía sobre una calurosa Guadalajara. Es primero de junio y en el Anexo Independencia se presentaba, por primera vez en México, Michale Graves, el icónico cantante que formó parte de la resurrección de los Misfits a mediados y finales de los años noventa. Al igual que un cúmulo de nubes comenzaba a agruparse en el oscuro cielo tapatío, lo que auguraba la segunda tormenta del año; así también poco a poco la gente llegaba al Anexo, lo que indicaba el arribo de una posible lluvia de emociones al presenciar la esencia de los Misfits de aquellos años. Y es que la voz de Michale Graves definió y revivió a la banda liderada por Jerry Only, quien al tener divergencias con Danzing decidió terminarla en 1983 y retomarla en 1994 ya con Graves al frente, en lo que se conoció como la segunda etapa de Misfits.
El show daba inicio a las ocho en punto y solo habría una banda telonera, The Unholy. La asistencia en el Anexo no era del todo nutrida teniendo en cuenta la magnitud del artista que se presentaba. Quizá la explicación a esto se encontraba en que Graves se declaraba abiertamente republicano y, además, de que fue reconocido su apoyo a la campaña de Trump y a todo su discurso anti mexicano. Quizá esto, en un ambiente tan político como el punk, hizo que finalmente poco más de la mitad de la capacidad del foro hiciera acto de presencia para pasar una buena noche de horror punk. Michale Graves interpretaría completo el American Psycho y parte del Monster Famous, dos de los más grandes e influyentes álbumes que definirían el sonido del punk estadounidense de los años noventa. De repente, más o menos a eso de las diez, un bullicio comenzó a concentrarse cerca del centro del escenario. Mientras un grito uniforme exigía la salida del cantante, comenzó a sonar de fondo el icónico intro “Abobinable dr. Phibes” que anunciaba la salida de Michale.
Y de pronto explotó el escenario al ver salir al hombre vestido de espantapájaros quien comenzó a entonar los primeros compases de “Americhan Psycho”, mientras parte del público comenzaba a molerse a brincos y golpes en el pogo. Por mi parte, algo pasaba dentro de mí al escuchar la interpretación de Graves; era como ver a los Misfits en sus mejores años, ni siquiera las dos veces anteriores que los había visto en Guadalajara había tenido esa sensación de reconocimiento de la banda. Ni siquiera ver a Only y a Doyle vestidos con toda su parafernalia me dieron la sensación de ver realmente lo que había sido Misfits. La voz de Graves y su performance por el contrario me traían la imagen de esos conciertos que hay en Youtube en Japón, en Alemania, en Estados Unidos en donde Misfits, liderados por Graves, enloquecía a un masivo público. Y, sin embargo, henos aquí escuchando uno de los más reconocidos cantantes de punk rock interpretar muchas de nuestras canciones favoritas en un pequeño foro con no más de 300 personas, todo un lujo.
“Speak to the devil”, “Walk among us” y “Dig up her bones” elevaron la excitación de un público que en esos momentos ya estaba empapado de sudor por el ambiente tan húmedo que se respiraba dentro del foro. Los minutos pasaban, las canciones se sucedían con esa vertiginosidad que caracteriza los shows punks. El maquillaje de un Graves ya sin el atuendo de espantapájaros se deformaba por el sudor mientras sonriente entonaba cada una de las canciones del set. A veces es difícil disociar el personaje político del artista, y en este caso se lograba gracias a cierto carisma del cantante quien en ningún momento mostró estar desagusto en el lugar. Cuando sonó “Crimson Ghost”, mi espalda sufrió varios codazos al tratar de tomar algunas fotos desde la pista. Se aceraba el fin de la primera mitad del repertorio del ex Misfits, “Don´t open till´s doomsday” y “Hell Night” volvieron a calentar los ánimos de un público algo cansado para esos momentos en que el extasiado cuerpo pedía a gritos una buena refréscate birrra. La pausa llegó mientras Graves se esfumaba del escenario. Los sudados rostros de los espectadores se miraban exultantes, no era para menos, acababan de cantar y bailar muchas de las canciones de Misfits que habían acompañado la juventud de muchas generaciones que ahí se reunían.
Después de unos minutos de hidratar el cuerpo y guardar ánimos mientras se estrechaban manos de conocidos, comenzó la segunda parte de velada. “Forbiden Zone” reintroducía al público al show, a esta le seguían “Lost in space” y “Dust to dust”, que volvían a subir la temperatura del foro. La segunda tormenta del año no se vivía afuera sino adentro del Anexo Independencia, los cuerpos mojados de los asistentes daban fe de ello, el ambiente resultaba un tanto sofocante. Pero nadie paraba y todos alzaron un grito cuando sonaron “Scream” y “Saturday Night”. Graves agradecía al público la entrega, hasta parecía emocionado. Era difícil creer que aquel redneck que se desenvolvía tan natural en el escenario y que transmitía toda su buena vibra apoyara una política y un personaje tan conservador y bizarro como Trump. Sin embargo, ahí estaba dando un buen show el Scarecrow Man, que para ese entonces entonaba “Die monster die”, “Pumpkin head”, “Living hell” y “Descending angel” que de nuevo extasiaba a los espectadores.
La noche avanzaba, se comenzaba a notar cierto cansancio. De pronto Graves hizo una pausa, tomó el micrófono y elaboró un largo discurso en el que de alguna manera buscaba redimirse o quizá más bien justificarse ante el público mexicano. Ahí hizo referencia a que más allá de todo (Misfits y sus problemas con Only, así como de su republicanismo) lo que nos unía en ese preciso momento tanto temporal como espacialmente era la música, así mismo nos invitaba a que todo lo que hiciéramos lo hiciéramos desde dentro de nuestro corazón, poniendo el alma en cada cosa que lleváramos a cabo. Fue poco de lo que a grandes rasgos pude entender, pero no me dio más tiempo a pensar en sus palabras porque apenas terminar la última oración comenzó a sonar “Fiend club”, nada más ad hoc para aderezar el discurso que apenas había dado. We are the fiend club, we are the fiend club gritaban extasiados los presentes en el Anexo. Finalmente sonaron las guitarras que anunciaban “Helena”, la noche estaba por terminar no sin antes entonar ese Why don’t you love me anyway? previo al climax de la canción. Michale Graves desaparecía del escenario apenas terminar el tema y salía a relucir ese personaje político que necesitaba guaruras para escapar escondido de la aclamación del público que se había dado cita en el lugar. Sin embargo, nada había que reclamar al Scarecrow Man, había sido una gran noche y había dado todo de sí. Los mojados cuerpos de los asistentes, así como la necesidad de un descanso así lo delataban. La noche terminaba y en mi mente quedaba haber visto por primera vez a Misfits.