Texto: DAVID MELÉNDEZ
Fotografía precisa y concisa: SALVADOR TABARES
Ni más, ni menos: en un lapso de 80 minutos, tuvo lugar uno de los mejores conciertos del 2018 en Guadalajara.
¿El sitio? C3 Stage. ¿La banda? Los australianos de King Gizzard & the Lizard Wizard. ¿El público? Entregado a ellos como posesos, con las emociones electrizadas por la euforia de un rock sicodélico, lleno de retazos de metal incendiario, salvaje y brutal por dónde se le vea. ¿El resultado? El C3 Stage a arrojado a más no poder y transformado en una sucursal del infierno donde lo mínimo que se permitió fue tirar bacanal. Y es que este septeto formado en 2010 en Melbourne, Victoria, es un verdadero deleite admirarlo y escucharlo en directo. Lo suyo es la vitalidad y la volatilidad — de la inaudita facilidad— de todo sonido que interpretan al unísono. Tal pareciera que sobre el escenario son el vivo reflejo de lo que el rock amerita: sudor, entrega, enjundia, poder, músculo, magma ardiente, supernova de energía.
Mas esa misma fuerza que derrochan sobre el escenario, la tienen centrada en crear canciones y grabarlas a destajo. Porque, aunque cueste trabajo creerlo, tienes más de una docena de discos y tan solo en 2017 lanzaron al mercado la friolera de cinco álbumes, mismos que se han encargado de pasear por medio mundo dando como resultado que su fama ya se haya catapultado a la estratósfera.
A Guadalajara, King Gizzard & the Lizard Wizard vino a dejar una honda huella y lo hizo. Llegó a sacar a las nuevas generaciones del sopor usual en el que viven y lo consiguió con la mano en la cintura. Y arribó para también triturar tímpanos con acid rock, garage, sicodelia, metal, gloom, surf, melodías arabescas y algunos acordes de poder que perforaron la piel como si fuese mantequilla. Sobre el escenario, no hay punto débil notable ni fisura aparente por dónde se fracture su magia en directo. Ya sea con temas de pauta iracunda, como «Rattlesnake», con la cual iniciaron su directo en la Perla Tapatía, o cortes como «The River», que rayan en terrenos jazzy pero con un afán de provocar viajes oníricos por lo pesado de sus reverberaciones sicodélicas. Por ende, King Gizzard son magos en provocar e hipnotizar con rabia maestra, como en ese combo de «I’m in your mind»/»I’m not in your mind'», que casi puso punto final a su concierto en el C3 Stage con más de una docena de canciones-viaje que inyectaron adrenalina al ambiente y sobre un vil golpeteo de pistón al rojo vivo, gracias a esos riffs de guitarra machacante y lacerante, que desperdigaron la satisfacción en cada metro cuadrado del C3 Stage.
Lo mejor fue que el trío telonero, Par Asito, que fungió de perfecta unión para este cocodrilo australiano pirado de viajes interestelares que no será olvidado jamás en su debut taparío. Sí, este trío que yace cobijado bajo el sello Fi-Lo Records también probó que es brioso corcel de rock agreste de altos decibeles para templar al espíritu y una de las mejores bandas actuales de la escena tapatía.
Más noches así en Guadalajara, infernalmente sonoras y hermosas.