Texto: DAVID MELÉNDEZ
La visita de Russian Red fue histórica para Guadalajara. La respuesta del público, no.
A veces es triste constatar que proyectos de inusitada calidad y belleza sonora, sufren desaires imponentes en la Perla Tapatía. Y Lourdes Hernández, el verdadero nombre detrás del alias de Russian Red, sólo congregó —a lo mucho— unas 300 personas en el Teatro Diana. Lo anterior no significó que minara la entrega sonora en su directo y despachó una velada telúrica, con un manejo histriónico capaz de arrancar lágrimas o provocar gritos de euforia.
Como telonera, estuvo Leiden y ofreció una participación semi acústica, tan sólo con guitarrista y percusionista de acompañantes. Inició con «María Revuelta» y soltó enseguida cinco temas más, poniendo su potente voz al frente de cualquier sonido y moldeando con desnuda intimidad temas como «Circular» y «A saber»). A las 21:30 horas, el pacto con Russian Red y los tapatíos se selló.
Quizá el más reciente disco de Russian Red no sea del agrado de todos sus fanáticos, porque Karaoke (2017), es un homenaje a todas esas canciones que Lourdes ama; vaya, un disco de covers per se y con la reversión necesaria en cada una de esas canciones legendarias hasta hacerlas materia personal. Pero en directo, todos esos cortes icónicos adquieren una esencia protuberante, que los hace brillar hasta el espacio. Y comenzar con la desgarradora «It’s a heartache» de Bonnie Tyler fue uno de esos aciertos capitales. Desde ahí, se supo que la noche exudaría efluvios de preciosismo latente. Y ahí también se tomo conciencia que la seriedad de Lourdes siempre es aparente. Vaya, a la mitad de dicha canción, ella ya era un manto de sensualidad total, manejando la belleza de su voz a destajo y «provocando» con leves jaladas de su vestido a los pares de pupilas que la seguían al centro del escenario. Sus tacones, imponentes, le daban ese garbo de monumento y ella se metió a la bolsa a todos los presentes. Prosiguieron «Take my breath away» de Berlín y «Shout» de Tears For Fears, dos momentos de éxtasis puro, mientras el púbico yacía en la penumbra vibrando como asteroide errante. Luego vino una canción de su segundo disco Fuenteventura (2011), «Everyday everynight», y la engarzó con lujuria gracia al clásico de Queen, «I want to break free». De ahí, la caída al pandemonio de la belleza total y totalitaria, fue instantáneo. Desfilaron «Casper», «Loving stranger», la coqueta «All that she wants» de Ace Of Base, y «I’ll stand by you» de The Pretenders.
El final llegó con la guitarra de Lourdes y su guitarra para lacerarnos el corazón con el cover de The Magnetic Fields, «Todas mis palabras», y cerrar con su hit para pulverizar corazones, «Cigarettes». Atrás quedaron las palabras de esta española que nos comentó con melancólica gracia que le había tomado tres millones de pasos llegar de Madrid a Guadalajara por primera vez, nos hizo reír con su comentario de pasar la vida durmiendo con un extraño y la libertad que nos brinda escuchar una canción que nos pone los pelos de punta.
Russian Red fue la hecatombe de la belleza, sin más ni menos…