Texto: David Meléndez
Esta semana que pasó, fue bastante curiosa porque no es usual toparse con frontmen que bailen con una soltura, cadencia y encanto —más que propios— únicos. Tanto Esteban Mateus de Esteman como Alan Palomo de Neon Indian transforman el escenario en pista de baile. Son vendavales natos para mover los pies y contonear el cuerpo con pasión desaforada.
Si Esteban cuenta con unos pasos híbridos entre Fiebre de Sábado por la Noche y Flashdance, Palomo amalgama un desparpajado homenaje a Footloose, con cierto ahínco en el movimiento tosco varonil con visos afeminados bastante marcados.
Ambos, son soberbios en sus danzas.
Ahora bien, Neon Indian ofreció un directo que fue de muchísimo menos (por culpa del sonido), a un más grandioso. Porque este espacio que recién se transformó (el otrora salón Fiesta Bugambilias, ahora llamado BMLS Showcenter), siempre ha tenido esa fama de “eco” ahogado y el recinto se presta para apagar el sonido y volverlo una masa fantasmal nada prístina. Habrá que esperar cómo van tomando forma las nuevas soluciones en materia de sonido para los próximos conciertos, pero festejamos que se adhiera otro espacio a la oferta tapatía de conciertos. Por el momento, el ingeniero de sonido de Neon Indian corrigió sobre la marcha y logró rescatar del abismo muchísimas canciones hasta sacarles el fulgor extraviado.
También hay que decirlo: el sonido actual de Alan Palomo y compañía es un new wave lo-fi, con retoños disco mugrosos y nada pulidos. Atrás quedó el pop ahumado con chillwave de sus dos primeros trabajos en estudio. Su más reciente producción, VEGA INTL. Night School, exuda colores disco tronados y varados en décadas pasadas. Es un disco que, a pesar de rítmico, desborda una curiosa melancolía retro sobretodo por culpa de esos sintetizadores Dopepfer d3m, que pulcramente le dan un sonido, a la vez, gomoso y galáctico.
De hecho, el tema “Slumlord”, con su arranque a lo Tangerine Dream dirigiéndose a Andrómeda, podría decirse que fue uno de los puntos álgidos de la noche. Ni qué decir de su hit “Deadbeat summer”, celebrado con algarabía entre los alrededor de 500 asistentes (incitando al baile con su juguetón riff en sintetizador) o el calipso dosificado de “Annie”, aunado a la hermosa “The Glitzy hive” que chorreó el recuerdo de Wham! a lo largo de sus casi cuatro minutos de duración.
En fin, ya tenemos una primera vez de Neon Indian en Guadalajara.