Texto: DAVID MELÉNDEZ
Fotografía: ALEJANDRO GUERRERO
Antes y después. Dos estados que marcan un extremo total pero que en algún momento nacieron justo en el mismo presente.
Con la banda neoyorquina The Drums, el antes y el después se marca con la salida de Jacob Graham, que junto a Jonny Pierce formó allá por el lejano año de 2008 una banda que se volvió referente del indie pop más colorido del que se tenga memoria. Pero las cosas «buenas» siempre terminan y el alejamiento de Graham hizo que Pierce incluso se preguntara si era cabal seguir, a pesar del éxito y el cariño de las masas. Aunado a lo anterior, Pierce vivió un desamor que casi lo lleva a la tumba y esos cambios de residencia donde no existe nada seguro. Pero el show tenía que continuar y The Drums sigue hacia adelante, pero ahora más bien en forma de banda de apoyo de Pierce, que parece verse más contento como frontman único sobre los escenarios y con la espada desenvainada para componer, hacer, deshacer o cantar lo que se le pegue en gana. Total, está en solitario y con una leyenda sobre sus espaldas, así que sigue cada día más feliz y libre.
Y después de Perú, Chile, Argentina y Uruguay, Jonny Pierce llegó al Teatro Estudio Cavaret para regalar un directo cumplidor y bien distribuido entre todos los discos en estudio de The Drums. Claro, menos Encyclopedia (2014), placa que seguramente le trae ingratos recuerdos y por eso decide saltarla como si de un cáncer se tratara. Aparte, en Guadalajara siempre suceden cosas surrealistas o desastrosas y con The Drums no podía ser la excepción: de las quince canciones oficiales marcadas en el set list, no se interpretó «Book of stories». ¿Razón? Sabrá Dios bendito pero si hace unas semanas en Chile el mismo tema era dedicado por Pierce a un chico con una curiosa sudadera de gorro, en la Perla Tapatía fue desdeñada sin razón aparente.
Ante poco más de mil personas, The Drums/Pierce interpretaron sus grandes himnos que el público coreó a rabiar y bailó en danzas casi macabras, de tan posesos por la emoción. «Days», «Money», «I need a doctor», «Mirror» y «Best friend» fueron el combustible del baile y el desgañite de las cuerdas vocales. Por su parte, Pierce no dejó de bailar de forma coqueta, veleidosa y sensual. Fue de un extremo a otro del escenario del Cavaret, sudó la gota gorda enfundado en su traje de mecánico con el nombre de su más reciente disco sobre su espalda y sonrío sin atisbo de cansancio durante toda la noche.
Ya veremos y constataremos hacia dónde dirige Pierce las fuerza de The Drums. Si decide mantenerse en esat línea indie pop azucarado pero de espíritu tormentoso o si, de plano, se va hacia otro paraje pero ya de solista.