Texto: DAVID MELÉNDEZ
Quién lo hubiera dicho hace una década: Guadalajara, capital de festivales de música internacional.
Este sueño guajiro en pleno 2018, es una realidad totalitaria que puede presumirse a los cuatro vientos. Y el más reciente festival que cobró vida en la Perla Tapatía, fue el Corona Capital Guadalajara, una extensión per se de ese mamotreto de happening musical del mismo nombre que se lleva a cabo en la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez. ¿El saldo final? Positivo pero con sus debidos puntos oscuros que seguro serán pulidos para el año que viene, pues esas más de 25 mil personas que hicieron suyo el Foro Alterno, ratificaron que esto llegó para quedarse.
El acomodo y distribución de los escenarios y espacios en general fue el idóneo y hasta los homofóbicos del ruido quedaron «satisfechos», puesto que las casas habitación más cercanas recibieron a lo mucho un bombardeo de decibeles enteramente tolerables. Ahora bien, ¿cuál fue la astilla para desequilibrar un poco la perfección? Sencillamente el hecho de que Robin Schulz cancelará a dos días del festival por problemas de salud y que la presentación de Poolside fuera un mero dee jay set solamente con la presencia de uno de sus integrantes, algo que jamás se anunció ni especificó por ningún lado. En torno a los horarios, todo se mantuvo con puntualidad inglesa. Lo curioso fue que el grueso de los asistentes arribó después de las 18:00 horas, por lo que los primeros actos en vivo se disfrutaron de lo lindo sin aglomeraciones engorrosas.
A las 13:20 horas, el británico Frank Turner se subió con su guitarra acústica en mano y cantó a raudales con esa gracia de estar poseído por el ambiente. Su presentación se ganó bastantes aplausos y lo mismo ocurrió con el neoyorquino de Derwin Deez, que cosechó gritos y fue recibido prácticamente con ínfulas de ser El Ungido. Los productores Jarami, abrieron plaza en el Escenario Levi’s y tonificaron los primeros músculos que estaban listos para el baile y el contoneo sin freno, a pesar de una pequeña falla de sonido que los mantuvo en silencio algunos minutos. Tal vez fue el momento o la circunstancia pero Penguin Prison tuvo una presentación desangelada, baja en calorías de emoción y por demás olvidable. Pero fue el dueto de Denver, Colorado, Tennis, esos que fortificaron las emociones hasta volverlas cometas. Temas como «My better self», «My emotions are blinding» y «Needle and knife» envolvieron a los oídos. Gus Gus (ahora como dueto), sorprendieron a todos con sus viajes electrónicos e hicieron que el sol no estorbara para el baile. Pero el momento estelar y quizá el más entrañable fue la presentación de David Byrne, esa leyenda de la música que vino a realizar lo que mejor sabe hacer: presentarse con dignidad y ganas de ser inolvidable. Su presentación fue pantomima, dinamismo teatral y un ejemplo de versionar nuevas formas vanguardistas de proponer un directo, al mostrar a sus once músicos de pie sobre el escenario y bailando mientras ejecutaban cada uno de sus instrumentos con una gallardía digna de los grandes. Claro que hubo momentos para desempolvar éxitos de su banda madre, Talking Heads (como «Once in a lifetime»), la cual puso a bailar a todos los visitantes. Lo mismo pasó con el dueto neoyorquino de Matt & Kim que hicieron pirotecnia histriónica total. Alegraron a todos y la energía protuberante de su baterista Kim Schifino, fue intensa de principio a fin. Por su parte, su vocalista y tecladista Mat Johnson lanzó globos y papeles culticolores que le impregnaron a la tarde el ambiente de carnaval.
Ya al filo de las 19:00 horas, Cut Copy enganchó a todos en su electrónica pop (que no estuvo exenta de fallos técnicos) y la dee jay australiana Alison Wonderland le metió el turbo al beat electrónico y las luces de neón fueron conquistando la noche. El cierre se dio de manera eufórica con una Alanis Morissette, que para muchos fue un regreso a los mozos años 90’s pero su presentación tuvo algunos altibajos, ya que su voz no estaba del todo al 100 por ciento. Y The Killers acaparó todos las más de 25 mil almas y las hizo suyas, al despachar 20 temas donde incluyeron su éxitos clásicos y poniendo el fin con «Mr. Brightside». Además, como ya viene siendo una costumbre de Brandon Flowers, subió a un joven tapatío a que se animara a tocar la batería en el tema «For reasons unknown». Para cerrar, la vara fue para Slander y la fiesta terminó en baile descarado.