*Una noche que desafió la quietud demostrando que la cumbia is the new punk. Así se vivió el show donde nadie se quedó quieto ante Son Rompe Pera, Stereo Animal y Tachidiscos DJ
El pasado viernes 18 de abril, el Foro Independencia se convirtió en un hervidero de energía con la presentación del Son Rompe Pera. La fech, coincidió con el festivo Viernes Santo en el que mientras algunos guardaron el recogimiento religioso o dejaron la ciudad por vacaciones, otros eligieron quedarse y bailar,reventando el recinto con un público ávido de la particular mezcla sonora de la banda, quienes se encuentran en una gira previa a su entrada al estudio para grabar su próximo material discográfico.

El arranque se dio minutos después de las 20:00 horas con la aparición en escena de Tachidiscos DJ. Desde su tornamesa, Adán de la Cruz, nombre detrás de este proyecto activo desde 2009, marcó el ritmo inicial con una selección de cumbia clásica y sonidos tropicales que pusieron a bailar a los primeros asistentes durante poco más de una hora. Su propuesta, que abarca géneros como salsa, boogaloo, high energy, ska y reggae, creó la atmósfera para lo que vendría después.

Posteriormente, el dueto mexicano Stereo Animal, tomó el escenario, ofreciendo una descarga de potencia y energía. Yaya González, en la batería y voz, y Diana Arias, en la guitarra y voz, mostraron la contundencia de su sonido crudo y visceral, caracterizado por una batería constante y guitarras con mucho riff y fuzz. Interpretaron temas de su disco, Metamorfosis y demás sencillos de su repertorio, dejando una fuerte impresión en el público quienes, incluso, llegaron a comparar su intensidad con la de The Mars Volta. Su presentación preparó el espacio en vibra alta para los estelares de la noche.

Poco antes de las 20:30 horas, ante un venue prácticamente lleno y ansioso de baile, el Son Rompe Pera hizo su aparición desatando el frenesí. A pesar de la aparente falta de espacio, se podían observar parejas entregadas a mostrar sus mejores pasos de baile; gente de todas las edades e, incluso, algunos asistentes en silla de ruedas que le entraron también a mover el cuerpo. La banda desgranó un repertorio que incluyó canciones como la festiva «Cumbia buena», «La cadenciosa», «Cumbia algarrobera». La marimba se entrelazo con distorsiones punk, dejando ver la enérgica «F.O.O.S.»; «Reptilio», «Ojo blindado» o «Reina de Cumbias», lanzada a la fama por Celso Piña.
La declaración de principios, «Cumbia is the new Punk», fue el estandarte de la noche, evidente dentro del setlist, así como en numerosas camisetas de los fans y del propio staff de la banda. Dentro del intenso desfile de canciones, un sólo instrumental de marimba marcó una pausa particular: ese momento donde la intensidad baja pero no desaparece, sólo se transforma, permitiendo disfrutar el magistral despliegue rítmico por parte de Jesús Ángel «Kacho», uno de los hermanos Gama (los «Marimba Monsters»),
El sonido único de Son Rompe Pera, con sus fusiones de punk, cumbia y la distintiva marimba, generó una conexión inmediata con la gente. El concierto se convirtió en una celebración donde todos se olvidaron de las preocupaciones para dejarse llevar por la polifonía.
Siguió la noche con la explosiva «Chucha», siendo la última antes de retirarse brevemente del escenario, no antes de que la intensidad subiera al grado que desató un mosh pit, demostrando la efervescencia de los asistentes. El clamor del público los trajo de vuelta para un bis que incluyó una interpretación de «Ay cariño» de Chico Trujillo y un guiño a la tradición norteña con «No hay novedad» de Los Cadetes de Linares y hasta «El baile de caballito» de Mi Banda el Mexicano. El cierre final llegó con la emblemática melodía de «Pajaro Cenzontle», cerrando con broche de oro a una velada donde los días de asueto y festividades religiosas no fueron un obstáculo para disfrutar de la música, que no pidió permiso para la fiesta, convirtiéndose en un puente generacional, donde se expresó un mismo idioma en un espacio donde se bailó, se cantó, se sudó, y el ritmo también se convirtió en una forma de fe.
Texto y Fotos: Roy Arce