*Gustavo Cordera se despidió de los tapatíos con un «Soberano» show lleno de emociones, dentro de su gira De la cabeza al corazón
La noche del viernes 4 de octubre, Gustavo «El pelado» Cordera, llegó al Celebre para convertirlo en un venue de conciertos. El evento comenzó cerca de las 20:30 hrs. con la banda tapatía Bajo el Roble, que, con su estilo alternativo y sincero, ofreció a los asistentes una muestra de lo que tienen por ofrecer. Sonaron así «Sombra», «Bajo el roble» y más, preparando el momento, elevando la energía de la gente que desde esta intro, ya abarrotaba el recinto y anticipaba la llegada del legendario ex vocalista de Bersuit Vergarabat.
Una hora después de la aparición de los teloneros, Cordera se hizo presente con su habitual serenidad y con una sonrisa tranquila comenzó a recorrer sus creaciones musicales. Desde los primeros acordes de «Canción para mi cabeza», los asistentes corearon sin parar cada canción de un setlist que fue tomando forma con temas como «El gordo motoneta» o «La del Toro». En la cuarta canción, el músico anunció que alternaría entre momentos de celebración y reflexión, tal como si el espectáculo fuera una gran respiración colectiva, un inhalar y exhalar, subiendo y bajando la energía para todos, algo que así se vivió.
Canciones como «De ahí soy yo», con el ritmo cumbiero, abrieron la pista de baile, mientras otras como «Mi caramelo» evocaron anécdotas personales. Cordera relató la historia detrás de esta canción, la cual escribió en un tren buscando enamorar de nuevo a una mujer que, al final, no creyó que el tema fuera para ella. Momentos así marcaron la noche, mientras las risas y la nostalgia se entrelazaron con la música.
Por otro lado, «Abrazo de gol» y «Soy mi soberano», entre otras, mostraron el lado más íntimo del artista, quien, visiblemente reflexivo, habló del impacto que estas habían tenido en su vida personal y espiritual, como la primera mencionada, que compuso tras recibir la noticia del fallecimiento de Diego Armando Maradona «El Pelusa«, mientras que la segunda representa un parteaguas en su vida, una etapa donde dejó de escribirle a los gobiernos para pasar a escribirse a sí mismo y a su crecimiento personal. A medida que la noche avanzaba, el público coreó con fuerza obras clave, «Perro amor explota», «Sencillamente» y «La bomba», rebosando el ambiente con una explosión de algarabía y fiesta que contagiaba; incluso el propio Cordera indicó que esto le hacia más fácil la tarea de crear una atmósfera ideal y tampoco perdió la oportunidad bailar. «Otra sudestada», «La soledad», «El Baile del error» o «Hablándote» también desfilaron ante los oídos de los fans.
Llegando al final del setlist, la energía se desbordó por completo con «Yo tomo», «El estallido» y «La bolsa», dejando a los presentes sin aceptar que este encuentro representara un adiós. El cantante tampoco lo aceptó, ya que esta era su despedida del público tapatío, dentro de la gira que pone fin a su andar por los escenarios.
Gustavo volvió con un par de canciones, trayendo el clímax de la noche con «Un pacto», perfecta para concluir y reforzar esa analogía sobre la respiración, viendo partir todo lo vivido durante el acto y todas esas visitas que el argentino tuvo a la ciudad. Cordera, dejando la guitarra a un lado, hizo algunos amagos de salir, pero regresó para dar un último vistazo y brindar muestras de amor hacia todos, dejando en claro que, aunque el cuerpo ya no le permitiera tener la intensidad de antes y su marcha sonora terminaba, la energía de su público seguiría siendo su motor. Con agradecimiento profundo y sincero, dejó el sitio sabiendo que se había entregado de la cabeza al corazón en todo momento.
Mientras tanto, fuera del recinto, la vida seguía su curso. A pocos metros, un incendio en un centro comercial aledaño pasó desapercibido entre los asistentes, quienes, embelesados por la música, ni siquiera notaron las sirenas de emergencia. Dentro del local, sólo existía el canto, la música y la conexión única entre un artista que celebraba una carrera llena de momentos inolvidables.
Texto: Roy Arce Foto: Eduardo Favián Blanco