*Los Fabulosos Cadillacs regresaron a Guadalajara para consagrarse como la banda más imponente de toda Latinoamérica
Sábado en la noche, tráfico moderado, un par de sold outs anunciados desde meses atrás y el aviso temprano que prohibía la entrada al recinto con playeras de fútbol, precedían al encuentro con Los Fabulosos Cadillacs, en el que la mezcla de experiencia y elegancia fungirían como protagonistas.
Mientras que en las pantallas, Sergio Rotman, histórico saxofonista de la agrupación bonaerense, fungía como DJ desde una habitación con tintes morados y mezclando sonidos de dub, el cúmulo de gente, que abarrotaba los pasillos, se daba prisa para ocupar sus lugares, dispuestos a disfrutar lo que sería el concierto de sus vidas, presenciar a la banda que los ha acompañado por casi cuarenta años, a través de canciones vueltas himnos generacionales.
Dieron las 21:20h. y las luces dieron su apagón. Era momento de que el combo veterano y renovado de los nueve Cadillacs actuales, más la foto del Toto Roblat a un costado de las percusiones, conmemorando quince años de su partida y funcionando como “as de la suerte”, salieran a escena para hacer rugir al león que llevan dentro, dando como opening el dúo instrumental de “Bares y fondas/Noches árabes”, que apertura toda la gira mexicana.
La energía de “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, la cadencia de “Carmela”, el ska en “Estoy harto de verte con otros”, la furia en el reggae de “Manuel Santillán, el León”, la despedida en “Demasiada presión”, la inconformidad en el “5° centenario” y la influencia de Yellowman en “El Genio del Dub”, destacando el solo final de Daniel Lozano en la trompeta, fue un agasajante manjar del variado repertorio fabuloso que incluyó un extenso bagaje sonoro de su amplio catálogo discográfico.
Uno de los hits que hizo la diferencia fue “Calaveras y diablitos”, que ya es de dominio de quien sea, y se notó porque fue entonada por todo el conglomerado, a diferencia de las otras, que si bien pueden ser más representativas, se coreaban sólo por los más aguerridos a los argentinos. Cabe destacar la presencia de su trombonista, único músico invitado, ahora que Astor Cianciarulo y Florián Fernández Capello son parte de la banda.
“Los condenaditos” sonaron a tintes de rock y reggae, marcando la diferencia con su versión original. Aquí es cuando se hace una pausa para que Vicentico, líder y fundador de la agrupación, dirigiera sus primeras palabras al público: “Muy buenas noches queridos amigos y amigas. Nosotros muy contentos y emocionados por poder estar cantando aquí hoy. No lo puedo creer; de corazón deseo que la pasen muy bien esta noche. Muchas gracias por haber venido”, siendo conciso, pero con una energía impecable, domando el escenario con su inseparable bastón, prosiguiendo con el “Saco azul”, uno de los Lados b del venerado Rey Azúcar.
Es raro que toquen “El N° 2 en tu lista” de manera completa, para que Gabriel Fernández Capello, nombre real del cantante, tomara la guitarra acústica e interpretará, acompañado de Flavio, Sergio y Florián, dicho tema a todo pulmón, rematando este bloque con la tranquilidad de “Muy, muy temprano”.
Se necesitaba más ska y para eso llegaron en un medley “Botellas rotas”, “Cartas, flores y un puñal”, “Tengo solamente dos maneras de estar cerca del cielo” y “Revolution rock”, infaltable una de los Clash en un recital cadillero.
La pieza fundamental de Rotman, difícil de omitirse y que retumbó en todo el Auditorio Telmex fue “Siguiendo la luna”, acierto para Florián respetar el arreglo original del Vaino Rigozzi quien sería una de las sorpresas más adelante.
La fiesta tenía que seguir y, para demostrarlo, el siguiente doblete conformado por “Gitana” y “Carnaval toda la vida” lo comprobaron.
El final se acercaba y el ritmo cadillac por excelencia en “Mal bicho” y “Matador” remataban la lista, pero era evidente que Los Fabulosos no se negarían a hacer un encore y sin tardar, treparon de nuevo para ejecutar la melódica “Vos sabes”, que se rozó con aires de “Hoy lloré canción”, así como los himnos de antaño: “Silencio hospital”, “Vasos vacíos”, y “El Satánico Dr. Cadillac”, rematando El León del Ritmo Tour con “Yo no me sentaría en tu mesa”, en donde el Vaino retomó la guitarra, Vicentico se encargó del bajo, Astor se montó en la batería de Ricciardi y Flavio tomó el rol de frontman, haciendo la fiesta aún más grande, ante un público totalmente rendido a sus pies, que salieron coreando la misma canción hasta las afueras del auditorio.
El domingo, Los Cadillacs iban por la segunda y está de más decir que sería garantía.
Texto: Eduardo Roel Fotos: Luis Gómez Sandi «Lags»