*“El Salmón” regresó a Guadalajara, erguido y brutal como un torero
La temprana idea de iniciar el encuentro de Andrés Calamaro con el público tapatío, sorprendió a quienes apenas se estacionaban, o formaban, de manera desesperada; la fila que en ese momento se estaba haciendo eterna.
Adentro, apenas las 20:30h, la agresividad de “Output input” marcaba la salida del protagonista de la noche, el torero veterano, el «Salmón argentino», quien tras una cuarta de guerreros y formando un quinteto todos de negro, arremetían con fuerza para dejar todo en la faena, como es de costumbre cada vez que pisan territorio tapatío. El drama de “Cuando no estás”, esa súplica aunada “A los ojos” de Los Rodríguez, completaban la tercia que figuraba como opening, y que al finalizar quedó rebasado por el típico “¡Oé, oé, oé, oé, Andrés, Andrés!”, en un Guanamor Teatro Studio, totalmente abarrotado.
La variedad del repertorio formado por “Verdades afiladas”, “Me arde” y “Rehenes” afirmaban una noche llena de rock and roll, de guitarras distorsionadas y de versos que han fungido como reflejos generacionales. De pronto Andrés, con paliacate en la frente, erguido y de brazos cruzados, mirando fijamente al conglomerado, se postra ante su teclado, emitiendo la poética “Parte de adelante”, transformada en “Loco” y después en “Corte de huracán”, entregas inmediatas, recibidas por el público que tomaba el martes como si fuera un sábado de fárraga.
No se necesitaba un escenario imperial, tres pantallas, una en cada lado y otra al centro, proyectaban de manera acertada para quienes se encontraban detrás de los pilares o no alcanzaban a ver bien y eso con la correcta distribución escalonada del aforo. Calamaro se da tiempo de presentar uno a uno a los músicos que le acompañan, el guitarrista Julián Kanevsky, el tecladista Germán Wiedemer, el bajista Mariano Domínguez y el baterista Martin Bruhn, quienes emiten “Los aviones”, “All you need is pop”, el emblemático “Estadio Azteca”, “Gin tonic”, y la rareza en esta velada llamada “Lunes por la madrugada” de Los Abuelos de la Nada, agrupación de la que salió Andrés allá por ochentas.
La crítica en “Alta suciedad”, la veneración en “Maradona” complementada con el “¡Oé, oé, oé, oé, Diego, Diego!”, y la declaración directa de “Tuyo siempre” en modo cumbia, supieron mantener complacida a la multitud que actuó con total frenesí, una vez que se escuchó el firme acorde de “Mi enfermedad”, formando un medley con “Todavía una canción de amor”, ambas de Los Rodríguez, “Te quiero igual” del ecléctico Honestidad brutal y “Dulce condena”, una sarta al corazón que aún palpitaba con ganas de más vida.
La contienda entre Andrés y los tapatíos anunciaba el desenlace, y “Sin documentos”, “Flaca” y “Paloma”, himnos irremplazables, sonaron a todo pulmón como un ente en una sola voz, desgarrada y casi llegando a su final, haciendo súplica para que el comandante continuará en la balsa y complaciera un poco más. “Crímenes perfectos” y “Los chicos”, en donde se rindió un merecido homenaje a quienes ya no están, destacando a Marciano Cantero, Diego Armando Maradona, Gustavo Cerati y al mexicano “Divo de Juárez”, Juan Gabriel, supieron dejar satisfechos como ya es de costumbre, ante un Andrelo besando un libro y al escenario que domó con su característico capote, “Ole”.
Texto: Eduardo Roel Fotos: Luis Gómez Sandi «Lags»