Un viaje por los años éxitos nuevos y viejos, fue lo que disfrutamos con Carlos Ann la noche del jueves 23 de febrero, recordando que estamos juntos, celebrando la vida y su último trabajo, El Disco Negro.
Después de algunos años separados, Carlos Ann regresó nuevamente a Guadalajara en una pequeña gira dentro del territorio nacional con la presentación de El Disco Negro y por el gusto de volvernos a ver cara a cara en los escenarios, tras esa breve pausa obligada para todos. Con tal celebración, es que unos minutos después de las 23:00 horas, el barcelonés subió al escenario del rooftop en el C3 Stage para arrancar una vibrante velada con lo más nuevo de su repertorio; un intro de Buena Noches, seguido inmediato de Defender lo Nuestro y Un Dios Agotado; no antes de saludar a los tapatíos con gran alegría y ofreciendo una disculpa por la hora de inicio del concierto, relacionada a un concierto previo en otra parte del venue.
Un público de diversas edades e incluso, ciudades y estados vecinos de la República Mexicana; una noche de fans y seguidores de antaño del músico, se dieron a la cita para corear un Carlos Ann en totalidad conectado con la gente, en constante comunicación, con bromas, escuchando y contestando a lo que sus seguidores gritaban con emoción.
Tras presentar algunos de sus temas nuevos, la noche fluyó con lo de antaño, El sistema te ha Timado y Chica Undergroud, que de inmediato incendio al recinto; lo nuevo y lo viejo se fusionaron equilibradamente en un setlist bastante balanceado, pasando por Haciendo lo de Siempre, Inventaré, Maldito Viernes o Volaré Hacia las Estrellas; incluso, dentro de este recorrido y cumpliendo a las peticiones de la gente, un fragmento de El Patata de su disco El Tigre del Congrés, al cual confesó no recordar bien la letra, pidiendo ayuda para recordarla; así juntos interpretamos a capella y a todo pulmón, resonaron algunas estrofas por todo el lugar.
La sede de este concierto ardía de los ánimos que tenían todos los presentes; en un entorno lúgubre, con inciensos en el tablado, humo, luces sombrías, pero dentro de una gran celebración a la vida, recordando que estamos vivos. Tras este recorrido por el tiempo en la trayectoria del español se dio una pequeña pausa a tono de despedida, de esas que todos sabemos que no son el fin del trayecto musical de la jornada, pero nos permiten retomar energía y aire para continuar dándolo todo. Después de unos minutos, Carlos Ann regresó para interpretar en modo acústico, Ateo, de su disco La Nada, continuando con La siguiente Bomba y la catarsis con La Canción de los Vivos, con ese sencillo, pero pegadizo estribillo o mantra, que repetimos una y otra vez «cantemos la canción de los vivos la la la la la la…» y que nos cuestiona ¿Qué harías si te quedaran siete noches por vivir? ¿Qué harías si te dijeran que tienes siete noches para morir?, la cual nos recuerda que no somos inmortales, obviando nuestro vínculo con la muerte, lejano, ajena a nosotros, enalteciendo una especie de himno hacia ella, pero a la vez, a la vida y disfrutarla a cada momento, el cual puede ser el último.
Con reflexión, canto y gran conexión, continuaron los coros de Amanecer en Ti, Dime y la tan aclamada Rusa-Rumana, pasando nuevamente a las complacencias con otra versión a capella de L’Amour, vimos al musicante entregado completamente, bajando a encontrarse lado a lado de sus invitados para cantar con toda fuerza y unos buenos tragos de tequila; de esta manera, continúo el cierre con broche de oro de esta excursión auditiva, con Hada, demostrando que aunque parecía que había ardido todo en totalidad, los ánimos se encendieron aún más en una despedida energética.
Texto: Roy Arce
Fotografía: Andrea Reyes / Juan Álvarez