Texto: Karen de Alba Fotos: Luis Gómez Sandi
Si hay una frase que puede contener de manera absoluta toda la esencia del concierto “Juntos por última vez” del sábado 27 de octubre en el Auditorio Telmex es aquella que ostentaba una de las camisetas que se vendían en la tienda de mercancía oficial: “El Rock and Roll nació para ser eterno”. Sólo a través de ella se puede entender que ni la edad, las dificultades físicas o hasta el clima del auditorio pudieron detener la entusiasta asistencia de viejos rocanroleros con el ansioso deseo de revivir en la nostalgia.
Cuatro pioneros del Rock and Roll nacional decidieron unir sus veteranos talentos para revivir esa época que marcó un parteaguas musical y social en el país durante los años sesenta. Si bien los bastones, andaderas y sillas de ruedas fueron una constante lo eran también jóvenes y adultos que no perdieron la oportunidad de estar frente a frente con estas leyendas en su gira de despedida.
En punto de las 21:00 hrs., las pantallas del escenario irrumpieron en la penumbra con videos de los participantes en sus inicios. Blanco y negro, sonido monoaural, el chasqueo de la música en acetato fueron preparando el viaje en el tiempo. De pronto, uno a uno comenzaron a salir por un costado. César Costa, Angélica María y Enrique Guzmán se encuentran a la mitad del foro y se saludan, en medio de la algarabía generalizada y los acordes de la orquesta. Finalmente hizo su aparición Alberto Vázquez que con paso lento pero una enorme sonrisa se encontró con sus compañeros, quienes se retiraron para cederle el honor de inaugurar la noche.
“El señor del vozarrón” hizo honor a su nombre interpretando magistralmente sus temas más reconocidos como “Pecador” o “Sixteen Tons” (esta última pidió que lo dejaran interpretarla en su idioma original). Sentado la mayor parte de su presentación, interactuó con el público entre risas, bromas y anécdotas. Incluso, invitó a su hijo Juan Alberto Vázquez a subir al escenario y cantar con él.
Posteriormente tocó el turno a César Costa que inició con “Diana” y “La historia de Tommy”. El cantante declaró sentirse gustoso de compartir la noche en un ambiente de nostalgia. Al interpretar “Besos por teléfono” aprovechó para bajar del escenario y caminar entre el público que se desvivió por estar lo más cerca posible de él.
Después de cambiar el saco por su distintivo sueter, ofreció un homenaje a diversas leyendas musicales como los Hermanos Carrión, Los Locos del Ritmo y José Alfredo Jiménez cerrando con “My way”, de Frank Sinatra.
Más tarde Angélica María se adueñó del escenario con el carisma, calidez, belleza, elegancia y energía que le hicieran ganar el mote de “La novia de México” Se mostró sorprendida por la cantidad de personas que hicieron un largo viaje para acudir a acompañarlos y les agradeció su entrega. Interpretó los temas distintivos de su carrera recorriendo el escenario de lado a lado, contando anécdotas, bromeando e interactuando con el público hasta cerrando con “A dónde va nuestro amor”.
Finalmente, Enrique Guzmán apareció para cerrar la noche. Interpretó su repertorio entre bromas y comentarios con su distintivo humor ácido y desenfadado. “Tu cabeza en mi hombro”, “Uno de tantos”, “Tu voz” y “Popotitos/La Plaga” fueron los vehículos que transportaron al público a sus tiempos de juventud.
Cerca de 5000 personas de todas las edades, durante más de cuatro horas de concierto, unieron sus voces y emociones para honrar y preservar ese precepto, ejecutar es ritual trascendental que es la eternización del Rock and Roll no sólo en las frases de las camisetas.