Texto: LUIS GÓMEZ SANDI «Lags»
Fotografía: ANDREA RAYAS
Dicen que un caifán es aquel que “todas las puede” y, en estricto honor a la palabra, la banda Caifanes las pudo, con todo y lo que representa llevar a cuestas una carrera de altibajos, sinsabores, glorias y delicias durante tres décadas en la escena del rock nacional.
Saúl, Sabo, André, Herrera y Baills convocaron el 7 de junio a un extenso ritual para celebrar esos treinta años de carrera junto a sus fieles seguidores y eligieron como templo a un abarrotado Auditorio Telmex.
En punto de las 21:15 horas, las tres pantallas gigantes detrás del escenario simularon una noche estrellada en el espacio en la que desfilaron el sol y los planetas mientras un juego de luces azules y moradas precedieron la entrada triunfal de la banda que, después de una ovacionada reverencia de Saúl Hernández, rompió el silencio con “Los dioses ocultos”, seguido de “Viento” (con un video retrospectivo en las pantallas) y “Nubes”.
“Muchas gracias, Guanatos. Es un placer estar aquí”, dijo Hernández y recordó que el primer club de fans de los Caifanes surgió justamente en Guadalajara. El vocalista, ante una avalancha de aplausos, comentó “el aplauso es para ti, raza. No para Caifanes”.
Las tres pantallas gigantes que custodiaron a la banda fueron esenciales para completar el espectáculo. Durante “Miedo”, se proyectaron escenas de besos famosos; para “Debajo de tu piel” fueron diversos tatuajes alusivos a la banda de fanáticos; en “Ayer me dijo un ave” fueron fotografías de niños y para “Antes de que nos olviden” fue dedicado el espacio a los desaparecidos, a los periodistas asesinados y, en especial, a los tres estudiantes asesinados en Tonalá. “Tienes tu vida en tus manos”-declaró el vocalista-, pues “ese es el cambio”.
Durante más de tres horas recorrieron toda su trayectoria desde los tiempos de sus dos primeros discos homónimos a finales de los ochenta, hasta su separación en 1996 y su reencuentro en 2011.
“Hay cosas que parecen viejas, pero no lo son”, señala una frase emblemática de un caifán. Durante esta noche, los cuatro caifanes demostraron su vigencia, sus energías renovadas y el apego a su público, a la vieja y la nueva “generación caifán”. Sin embargo, el mejor acompañamiento a la voz de Saúl Hernández no fue el sensual saxofón de Diego Herrera, el rítmico slap del bajo de Sabo Romo, las complejas percusiones de Alfonso André o los solos metaleros de la guitarra de Rodrigo Baills, sino el público que no dejó de corear cada una de sus canciones hasta desgañitar la garganta.
Con un total de 31 canciones, grandes éxitos como “Afuera”, “La célula que explota”, “La Negra Tomasa”, “No dejes qué”, “Quisiera ser alcohol”, “Aquí no es así” y hasta el homenaje a Juan Gabriel con “Te lo pido por favor” (tema ya de las épocas de Jaguares), la banda se despidió de Guadalajara con “Vamos a hacer un silencio” del disco El Silencio, donde nuevamente las pantallas intensificaron los ánimos proyectando emotivas escenas de los rescates durante el terremoto del 19 de septiembre de 2017. La banda guardó silencio frente a un público que, conmovido, alzaba al cielo su puño derecho.
La gira por los treinta años continuará por varias ciudades de México y Estados Unidos.