Texto: DAVID MELÉNDEZ
Con cada visita a Guadalajara, Los Amigos Invisibles parecen más de casa.
Y es que su gozadera es predilecta de los tapatíos. Su túrmix de cumbia, bachata, soul, funk, R&B y hasta salsa sahumada con aguas sabor calipso, genera la mejor de las fiestas nocturnas.
Aunque ésta fue su segunda visita a Guadalajara con su show acústico (en mayo pisaron el Teatro Diana), alrededor de dos mil personas se dieron cita ahora en Teatro Estudio Cavaret, en un espacio donde el baile pudo fluir a destajo, sin asientos, balcones, gradas y personal de seguridad que sólo está preocupado por evitar que grabes video con o tomes fotos pusilánimes vía celular con flash.
Como teloneros, San Juan Project comprobó que sobre el escenario tienen una soltura envidiables para esparcir sus sonidos. Su vocalista y trompetista, Arturo De La Torre, es un verdadero tsunami de estamina tanto en capacidad pulmonar como en entrega vocal. Cualquiera de sus temas, posee esa empatía para capturar el oído, máxime que ahora se sienten endémicos de los escenarios. Y los aplausos no se hicieron esperar para su propuesta sofistica de jazz fusion con ráfagas incluso de hip hop.
Para cuando Los Amigos Invisibles decidieron ocupar su lugar sobre el escenario y Julio Briceño —su vocalista— soltó las primeras ráfagas de una fiesta que se intuía memorable, los asistentes no pararon de bailar o contonearse con estilo candente.
En dos horas y el respectivo encore de tres canciones (donde hasta apareció furtivamente el truculento «Gangnam style», pero con disfraz de gozadera venezolana), Los Amigos Invisibles soltaron esos hits que están tatuados en la psique y oídos de millones de personas. No fue sorpresa constatar que «Mentiras» haya sido la más coreada de la noche (y la que incitó más a bailar, al igual que «Ponerte en cuatro»), o que «Viviré por ti» fuera una pieza delicada entre tanta gozadera y se sintiera como tenue vapor que sale de una piedra mojada puesta al fuego durante varios minutos. Pero, claro, con «El disco anal» o «Plastic woman», las cosas se ponen al rojo vivo y el sudor comienza a emanar como catarata de cada poro
Al final, como ya es costumbre, lo acústico fue cediendo paso a lo eléctrico y todo se volvió un gran aquelarre de baile. Mientras tanto, Los Amigos Invisibles se despidieron de su público tapatío en este 2015 y esperemos que regresen el siguiente año con nuevo disco bajo el brazo.